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COLEGIO DE ARQUITECTOS

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R. Moneo: “Una bodega debe cumplir con unas condiciones climáticas cruciales”

  • El arquitecto ganador del Premio Pritzker ofrece la charla ‘Bodegas’ el próximo 3 de noviembre dentro de las actividades del COAVA por el Día de la Arquitectura

El arquitecto Rafael Moneo, primer español en ganar el Premio Pritzker, participará en las actividades programadas por el Colegio Oficial de Arquitectos de Valladolid (COAVA) para celebrar el Día de la Arquitectura con una ponencia titulada ‘Bodegas’. El próximo 3 de octubre a las 19.30 horas, el museo Patio Herreriano de Valladolid acogerá esta ponencia en la que el autor de la bodega La Mejorada reflexionará sobre la reforma del antiguo monasterio del siglo XV sobre el que se asienta el nuevo edificio, el resultado obtenido y los retos arquitectónicos que ha supuesto el proyecto.

Primer contacto con la enología

La infancia del arquitecto influyó en sus intereses y en su forma de ver el mundo. Moneo nació y creció en Tudela, una localidad navarra en la que la agricultura seguía siendo una actividad primordial a finales de la década de los cuarenta y la vendimia era de vital importancia para sus habitantes. A pesar de que el vino estaba muy presente en el pueblo natal del arquitecto, apenas se comercializaba. “En Navarra había que ir hasta Olite y Campana para encontrarse con vino etiquetado”, asegura el tudelano.

A finales de los años setenta, los bares y restaurantes de la calle Laurel, en Logroño, le abrieron la puerta al mundo de la enología. “Los dueños presumían de ofrecer vinos de bodeguero con carácter propio y diverso”, explica el arquitecto, que reconoce que fue entonces cuando comenzó a interesarse por la diversidad de los vinos de cosechero.

Arínzano y Descendientes de J. Palacios, proyectos que abrieron camino

La primera propuesta que conjugó vino y arquitectura llegó cuando Moneo trabajaba en Estados Unidos. A principios de los años ochenta, recibió una carta del prestigioso bodeguero Julián Chivite (padre), ofreciéndole proyectar una bodega en el recién adquirido ‘Señorío de Arínzano’. “Acepté la propuesta y me place el poder dar a Julián Chivite el debido crédito de ser el primero en interesarse en que las nuevas bodegas prestasen atención a la arquitectura”, afirma.

A la hora de construir un edificio de este tipo, resulta necesario atender a diversas circunstancias. “En el caso de Arínzano, se trataba de poner de acuerdo viejas construcciones, viñedo y paisaje”, aclara Moneo. “Una bodega debe siempre tener presente el cumplir con una serie de condiciones climáticas previas que hay que considerar cruciales: temperatura, grado de humedad, ventilación y materiales de construcción”.

Rafael Moneo tuvo una nueva oportunidad de comprobar la singularidad que cada bodega reclama cuando ‘Descendientes de J. Palacios’ le encargó un nuevo proyecto, en colaboración con el Estudio Canals/Moneo. “Las condiciones topográficas del Bierzo son muy diversas, repercutiendo en la disposición del viñedo y con inmediato reflejo en la bodega”, explica y, en relación al paisaje, añade: “El primer propósito de los arquitectos fue que la bodega no lo violentase”.

La Mejorada

En el año 2004, el arquitecto navarro adquirió un monasterio jerónimo del siglo XV ubicado a cinco kilómetros de Olmedo con un objetivo claro: convertirlo en una bodega de referencia de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Castilla y León. “Comenzamos la aventura de instalar una bodega en aquellos restos que más tenían de destartalada hacienda agrícola que de monasterio”, reconoce Moneo. Volvió a plantarse viñedo sobre el terreno que lo había albergado siglos atrás, se demolieron catorce apartamentos turísticos construidos sobre los restos de la iglesia y todos los elementos arquitectónicos que conformaban el antiguo convento fueron restaurados: la capilla mudéjar, la casa del peregrino, la alhóndiga, el palomar y las puertas de entrada.

“La singularidad del proyecto se debe al lugar, que reclamaba la restauración de los maltrechos restos de un monasterio, cuyo futuro se encomienda a una bodega”. Hoy, La Mejorada es un centro de producción de cinco variedades de vino tinto. El claustro fue el lugar elegido para acoger los depósitos, la sala de barricas, el área de embotellado y el almacén la nueva bodega. “Hay que ver la arquitectura de la bodega como el resultado de rescatar un lugar con una rica y densa historia que había sido maltratado por usos inapropiados”, explica el autor de la obra. “El viñedo realza la fuerza de las cercas y estas, a su vez, enmarcan toda una serie de obras de arquitectura que mantienen vivo el testimonio del pasado”.