- La obra de Miguel Fisac fue en 2012 la primera en recibir la placa DOCOMOMO como reconocimiento del COAVA
Desde el año 2012, el Colegio Oficial de Arquitectos de Valladolid (COAVA) coloca anualmente, en el marco de las actividades relacionadas con la celebración del Día de la Arquitectura, una placa que reconoce visiblemente a los edificios más representativos de entre los que están recogidos en el Registro DOCOMOMO, encargado de velar por la documentación y conservación de la arquitectura y el urbanismo del Movimiento Moderno. La primera de todas ellas fue otorgada al Colegio Apostólico de los Padres Dominicos, una obra del arquitecto ciudadrealeño Miguel Fisac construida entre 1952 y 1957.
Ubicado a las afueras de Valladolid, en unos terrenos despejados junto a una zona de pinares de la carretera de las Arcas Reales, surgió como una adaptación de una idea de Fisac para una capilla en su localidad natal, Daimiel, que no pudo llegar a materializar allí. Precisamente la iglesia es el espacio más importante y el centro de este conjunto arquitectónico, en torno a la cual fluyen el resto de dependencias de este colegio que fue concebido para albergar a 580 alumnos.
A través de sucesivos encargos, el complejo fue ampliándose hasta 1956. Alrededor de la iglesia se concentraban las dependencias propias del colegio, como aulas, laboratorios, despachos, zonas deportivas, etcétera, además de un internado para los alumnos y la residencia de los profesores de la Orden de Predicadores. El espacio también contaba con garajes, enfermería, cocina, almacenes y un pabellón residencial para las monjas Dominicas encargadas de la intendencia del colegio.
La iglesia, por la que Fisac obtuvo en 1954 la Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Arte Sacro en Viena, es el lugar que más sensibiliza la emoción arquitectónica del espectador. En el interior, su espacio ascendente se limita mediante dos muros de ladrillo que convergen hacia el ábside de piedra blanca de Campaspero de 25 metros de altura, en el que se ocultan todos los sistemas de iluminación natural.
Durante el proceso de construcción, la iglesia pasó de ser un elemento más del conjunto a convertirse en el núcleo sustancial en torno al cual se articulan las demás construcciones. Situada en el centro del complejo, marcaba la organización claramente simétrica de todo el complejo. Sin embargo, a pesar de ello, el único lugar donde se percibe la simetría como orden es en el interior del templo y en el ábside al exterior, gracias a los mecanismos de asimetría compensada que introdujo Fisac, como el acceso lateral desde el que la lectura espacial ofrecida es diagonal.
A lo largo de tres años de obra, el proyecto de Fisac se vio alimentado por las influencias de los países que fue visitando durante ese periodo. De este modo, el diseño de este complejo recoge inspiraciones tan diferentes como la escandinava, evidenciada por la carencia de ornamentación en el interior de colegio, o la oriental que se refleja en el estanque de la zona residencial de los religiosos.
Uno de los detalles más icónicos del complejo es el alero ondulado de las galerías que cierran el espacio claustral del colegio. Sobre las fachadas de ladrillo de los edificios circundantes se adosan sendas galerías de hormigón en los lados sur y este, con tramos abovedados de baja curvatura que conforman un continuo oleaje visual.
FICHA DE LA OBRA
Denominación actual: Colegio Nuestra Sra. del Rosario.
Autor: Miguel Fisac Serna (arquitecto); Jorge Oteiza (Sto. Domingo en el exterior del ábside); José Capuz (grupo escultórico en el interior del ábside); José María de Labra (vidrieras de la Iglesia).
Año inicio: 1952
Año finalización: 1957
Dirección: Calle Arca Real, 209