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COLEGIO DE ARQUITECTOS

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Beatriz Sendín, de n’UNDO: “La administración pública es la que tiene la capacidad de aunar las necesidades económicas con las medioambientales”

  • La arquitecta, que recibió el Premio Urbanismo Español del CSCAE en 2022, participó en la inauguración de la exposición ‘Premios Arquitectura’ en la sede del COAVA

 

La sostenibilidad real como meta de cualquier intervención es la máxima de la arquitecta burgalesa Beatriz Sendín en todos sus proyectos. Miembro de n’UNDO, recibió junto con sus compañeros el Premio Urbanismo Español con su proyecto ‘Plan n’UNDO#Manilva, hacia una Agenda Urbana Local’. A lo largo de su carrera ha desarrollado trabajos de arquitectura y planificación urbana y territorial, con una especial dedicación hacia el mundo humanitario. Ha desarrollado trabajos en Reino Unido, Ecuador, Italia, Suecia, Grecia, Serbia, Macedonia, Brasil, Estados Unidos, Haití, Irak, Bangladesh o Filipinas.

-El planteamiento de la propuesta premiada y también de su trayectoria previa está dirigido hacia la sostenibilidad. ¿Cómo transmitimos eso en una sociedad completamente consumista?

Siendo conscientes realmente del mundo en el que vivimos. Las necesidades de hace cincuenta años no son las mismas que las que tenemos hoy como sociedad ni como especie. Pero a nivel de ocupación del territorio, nuestro enfoque sigue siendo similar. n’UNDO nació como respuesta a la responsabilidad que sentimos como arquitectos ante la sociedad. Entendemos que la finalidad de la arquitectura y del urbanismo es ayudar a mejorar la vida de las personas y de su entorno. Sin embargo, ya desde la carrera se nos educa en la edificación como única respuesta válida. Y en el ejercicio de la profesión más, desde el momento que los honorarios están basados en metros cuadrados construidos y en el PEM. Y, sin embargo, la forma de mejorar la vida de las personas y el entorno a menudo pasa por decidir no construir para proteger, o desmantelar para mejorar, o reutilizar lo que ya tenemos. Respuestas también técnicas, que requieren de nuestro trabajo profesional. Y es verdad que va contra la dinámica consumista, pero también cada vez hay más llamadas de atención, y no deberíamos sentirnos coartados como técnicos para proponerlo.

-¿Es más barato deshacer y rehacer? Es que a veces es más caro. ¿Cómo se le dice a un Ayuntamiento que invierta más en tener lo mismo, sólo porque sea sostenible?

A menudo hay que justificar más el decidir no hacer, no construir, que hacer. Me estoy acordando ahora de una propuesta que hicimos en Don Benito, en Extremadura, por la que nos dieron el primer premio de Europan en 2013. Nuestra propuesta proponía no construir un parking de cinco plantas subterráneo que se quería hacer en el centro del pueblo con la intención de reactivarlo económicamente. Justificábamos que, si lo que queremos es que la gente venga al centro a pasear, consumir y utilizar la ciudad, un aparcamiento de 5 plantas provoca un tránsito de coches que entran y salen incompatible con el peatón. Pero de forma paralela hay que crear una estrategia de aparcamientos disuasorios a máximo 10 minutos caminando, una recuperación del espacio público, unos planteamientos alternativos de reactivación… y una serie de estrategias que complementen y justifiquen, con números, la decisión de no construir.

-¿Y les convencieron?

Al jurado de Europan sí. A nivel político ya es otra cosa… pero nos dijo un arquitecto local una cosa que tiene sentido: vuestra propuesta es la más cara. Porque se pierde una fuente de ingresos, fundamentalmente para el ayuntamiento, a través de la licencia de obras. Tenemos que pensar qué queremos priorizar.

-El proyecto de Manilva sí que analiza todo el municipio a largo plazo. Los Planes Generales a veces se hacen a trozos. ¿Por qué puede llegar a ser más rentable esa mirada a largo plazo que ir añadiendo partes de ciudad sin una visión global?

La planificación urbana, tal y como está instaurada en España, pretende definir cómo será la ciudad en 30, 40, 50 años. Y, si de una cosa somos cada vez más conscientes, es de que es imposible prever lo que pasará el año que viene. Como urbanistas, deberíamos dar respuesta a esas necesidades cambiantes. El urbanismo que proponemos desde n’UNDO planifica en tres tiempos. Uno, lo “imprescindible”: intervenciones urgentes que no pueden esperar largos procesos y necesitan herramientas para poder solucionarlas en el corto plazo. Otras son “necesarias” a un medio plazo-largo plazo y, por último, las “deseables”, dirigidas a la utopía de ciudad a la que aspiramos: que sea sostenible, socialmente equilibrada… El urbanismo nos debería permitir atacar todos esos tiempos, y no intentar hacer hoy una foto fija de cómo será la ciudad en 40 años. Porque no vamos a acertar.

-La normativa poco a poco se va adaptando. ¿Tendría que ser más exigente de lo que es?

La normativa es importante, pero está prácticamente al final del proceso. Las decisiones más importantes de cara a la sostenibilidad real de una intervención se encuentran al principio, en las decisiones iniciales de hacer o no hacer, construir o no construir, cuánto y dónde. El cómo se haga, irá a continuación, y ahí sí hace falta una normativa para que se haga bien. Pero antes del cómo, pensar el qué. Y no tener miedo a decir que no, como solución técnica responsable.

-Ha realizado proyectos en otros países. ¿Se cuida más los aspectos urbanísticos fuera de España?

No se puede generalizar, por supuesto… Otro de los premios Europan lo recibimos por un masterplan en Kalmar, Suecia. Tuvimos varias reuniones con la municipalidad y es interesante porque el planeamiento de la ciudad es mucho más consensuado y, por tanto, más lento. Pero en realidad tiene más sentido. No tiene lógica que las ciudades crezcan de un día para otro, como ha pasado en España en las últimas décadas.

-O sea, que en España deberíamos mejorar en eso. ¿Y qué hacemos bien?

Cada vez hay una implicación mayor con el entorno natural. Se han hecho muchas barbaridades, pero creo que Manilva es un buen ejemplo de una mayor consciencia de la necesidad de un desarrollo urbano y territorial sostenibles, con su propia agenda urbana local, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por otro lado, no deberíamos olvidar que en España tenemos la herencia del modelo de ciudad mediterránea, que sigue demostrando que es la más sostenible.

-Cada vez hay más conciencia, pero prima que es más caro…

Manilva no es el único municipio que ha tomado estas decisiones. En España tenemos un entorno natural tan espectacular que vivimos del turismo que viene a él, pero cada vez somos más conscientes de que si nos lo cargamos nos estamos cargando la gallina de los huevos de oro. Tiene sentido valorar la rentabilidad a futuro, no a corto plazo. Eso es también sostenibilidad.

-¿Con las actuaciones en catástrofes, como algunas que ha hecho, por dónde se empieza?

Vivimos en un mundo en situación de emergencia. Hemos vivido recientemente una emergencia sanitaria, que podemos volver a vivir en cualquier momento, pero también nos encontramos ante una emergencia climática, una emergencia humanitaria, también aquí en España… Y habrá que dar respuesta con todas las herramientas que tenemos, también el modo en que planificamos las intervenciones urbanísticas y arquitectónicas Las intervenciones de respuesta en emergencias parten de unas dinámicas diferentes, de las que podemos aprender.

-¿Cómo cuáles?

Una cosa interesante en el ciclo de gestión del riesgo en emergencias es que la respuesta es cíclica. Tenemos un análisis, un diseño de la respuesta, una implantación, pero luego volver al análisis y seguimiento, y estar continuamente analizando cuáles son las necesidades y factores de riesgo y la forma de dar una respuesta actualizada. Nuestra planificación urbana es lineal y, cuando está llena de remiendos porque ha dado error, se plantea un nuevo Plan General. Esa estrategia cíclica, de análisis continuo y adaptación, sería necesaria.

-Muchas veces vemos como materiales del futuro a materiales sostenibles como el bambú o la madera. ¿Sería viable y habría que volver a eso? ¿Qué le gusta de esos materiales de antaño?

Me parece muy significativo que estén volviendo aislamientos como la lana de oveja o el corcho, o los muros de tapial. Durante una época nos hemos alejado de materiales naturales, y ahora nos damos cuenta de que muchas cualidades que buscábamos estaban ya ahí. Ahora tenemos la capacidad de poder analizar esos materiales naturales desde un punto de vista más completo, y mejorarlos. Son materiales competitivos a nivel técnico y económico. Pero si de verdad hay una voluntad por seguir por ese camino, tiene que haber un compromiso a nivel público a través de normativas y ayudas que lo propicien. Las administraciones públicas tienen una gran responsabilidad ya que tienen la capacidad de no dejarlo todo en manos del mercado, y de aunar las necesidades económicas con las medioambientales, sociales y culturales. Y está pasando.

-¿Si tuviera vía libre, en qué localidad le gustaría intervenir?

Por ejemplo en Madrid, quizá porque es la ciudad en la que vivo. En realidad, es interesante en cualquiera… Ha sido muy bonito desarrollar este plan en Manilva, porque nos ha permitido juntar muchas experiencias parciales que habíamos desarrollado, planes n’UNDO a nivel de accesibilidad, sostenibilidad, protección del patrimonio… Nos ha permitido hacer la aplicación de todos ellos en una sola localización relativamente manejable, un municipio con 14.000 habitantes (durante el invierno, que triplica su población en verano).

-¿Qué ha significado un Premio Nacional no solo a nivel personal, sino para su filosofía?

Una de las cosas más especiales de recibir este premio ha sido la reacción de alegría compartida de mucha gente a nuestro alrededor, especialmente colegas que llevan siguiendo nuestro trabajo todos estos años y con el que se sienten muy identificados.  Creo que es el reconocimiento de que los principios n’UNDO de mejora del entorno desde el no hacer, rehacer y deshacer, no son ya residuales, si no básicos para un desarrollo realmente sostenible.